Todos Podemos Ser Francisco

El 4 de octubre es el día de San Francisco. Un hombre que era nativo de una ciudad que se llama Asís y que está ubicada en Italia. Por eso se le conoce como San Francisco de Asís. 


Pero yo prefiero llamarlo solo Francisco y no usar la palabra Santo, porque al fin y al cabo eso es un título que otorga el Vaticano y pienso que cuando uno actúa en vida como un santo, no lo hace para ser reconocido en los altares de las iglesias de todo el mundo. Igualmente, pienso que al darnos el título de santo después de muerto no nos va a dar más clase en las dimensiones superiores en las que podemos estar. Los títulos y reconocimientos es algo que solo se manejan en esta tercera dimensión.


Lo importante es lo que hacemos en vida. Si vemos a los llamados santos como algo superior a nosotros, no vamos a entender nuestra misión en esta vida, que es actuar desde el amor incondicional. Cualquiera de nosotros podría actuar como un santo si asume un compromiso de ayuda incondicional al prójimo. "Pero Daniel, es santo porque hace milagros", me podrá decir alguien, pero los milagros es un tema más complejo que tocaremos en otro momento. 


Francisco era un verdadero poeta y le encantaba recorrer los campos cantando. Compuso un himno a las criaturas, en el cual alababa a Dios por el Sol y la Luna, la tierra y las estrellas, el fuego y el viento, el agua y la vegetación. Y también escribió la famosa oración que comienza diciendo: “Señor, hazme un instrumento de tu paz”. Desde mi punto de vista este documento representan el verdadero AMOR INCONDICIONAL.


Definitivamente, todos podemos ser como Francisco si hacemos de esta oración una filosofía de vida.


Oh Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:

Donde hay odio, que yo lleve el amor.

Donde hay ofensa, que yo lleve el perdón.

Donde hay discordia, que yo lleve la unión.

Donde hay duda, que yo lleve la fe.

Donde hay error, que yo lleve la verdad.

Donde hay desesperación, que yo lleve la esperanza.

Donde hay tristeza, que yo lleve la alegría.

Donde están las tinieblas, que yo lleve la luz.


Oh Maestro, haced que yo no busque tanto:

A ser consolado, si no a consolar.


A ser comprendido, si no a comprender.

A ser amado, si no a amar.


Porque:

Es dando, que se recibe;

Perdonando, que se es perdonado;

Muriendo en Ti, que nacemos a la Vida Eterna.

 

Gracias a todos por formar parte de mi realidad.

Les envío un abrazo energético.

Daniel López de Medrano

Escritor & Conferencista